sábado, 1 de junio de 2013

Escribir (uno)


“Voy a la cocina, luego al comedor; miro la revista y el televisor. Me muevo para aquí, me muevo para allá…”
Pienso en vos; pienso en mí. En por qué las circunstancias que nos rodearon no fueron las del amor. Escribo la primera línea. Primero pongo una coma entre nosotros, después un punto y coma: hasta que por fin entiendo lo que son dos ideas distintas en una oración. La vieja lección de español. Vuelvo a la primera línea, no a esta. A otra. Otro texto, un mal perfil que me valdrá un grado. Abro el libro. Es un cuento. Es Bukowski: “Hasta una vida pequeña se estima mucho cuando está cerca el final de la vida”. Y el cuento sigue. De vidas chiquiticas. Hay sol, lo busco, encuentro qué más leer. Me embebo. Tantas buenas primeras líneas en el mundo que cualquiera mía produce más que terror.

Esto no debería ser lo mismo de siempre. Deberías estar aquí. Más cerca. Para buscar el sol y encontrar la primera línea. Dejo el libro, me revuelvo en el pasto. Cojo el celular, no tiene más que un juego aburrido y largo: perfecto. Trato de superar una y otra vez cualquier máximo puntaje. Sin pensar. Pero pienso en todo. En la primera escena, en un diálogo, en la vida de un hombre. En la mía, por supuesto.

Extraño, del verbo. No más sol, vuelvo al computador. Me encomiendo a Santa Leila. Reviso sus muertos, sus crónicas, sus listas. Le oro. La venero. Bajo por agua. Subo otra vez con sed. Hablo de la noche anterior, maldigo el concierto del siete. Pienso en la poesía, en un infierno de poetas malos. La sobreoferta. Entonces también me digo cobarde. Pero sigo maldiciendo a los poetas malos y a los que se creen, y que plagian, y, por sobre todo, que no son sencillos. Sencillos con el lenguaje, cotidianos y cercanos. Los odio. Encuentro la música, Chavela para la falta de vos. O Velandia o la Julieta.

También bailo. La canción del 92.

Escribo un diálogo mental. Feroz, encantador. Pura ficción. O sea, es mentira. No existe. Me baño, elijo qué ponerme. No saldré, pero soy cuidadosa. Como si fuera. Encuentro la línea. No es hermosa, suele ser sincera.

Continuará…