Supermán es a C.A, lo que usted es a mí.
Iba a decir que qué maldición de año.
Iba a recordar la historia de cuando volví del pueblo y ya nunca más me volví a
sentir bien en casa con papás. Iba a decir que no tengo trabajo y que necesito
plata. Iba a refunfuñar porque no tienen sentido los años en los que uno no se
enamora. Este fue uno. Iba a retomar el tema del trabajo de grado que eché a
perder y de cómo le debo la vida a mi mejor amigo. Pero me dio pereza. Tengo
muy claro todas las equivocaciones de 2012, las personas que estuve a punto de
perder y las dos materias que también. Hubo un drama, yo me sumergí y en fin.
Lo cierto es que todo eso es superficial –aunque tengo casi todos esos
asuntos por resolver– y si pongo todo en una balanza, pues le gano a mi drama y
digo que aprendí a estar bien. Desde enero elescritor me dejó
estar ahí, a su lado en noches de chat y de ron. Él sabe que tiene mi corazón,
que lo puede usar como bien le venga en gana. Mis amigas siguen aquí, a pesar
de ya no tener universidad y dejar de ser un combito escolar. Perdí a una, me
duele, pero lo mismo ha hecho que quiera más a las otras que me hacen reír y
sorber puchitos de vida en grandes cantidades.Elmuchachito también
me dejó estar al laíto de su trabajo de grado y él sí la sacó del estadio. Es
tan bueno, pero tan bueno escribiendo, y ha crecido tanto, tanto, que pronto le
va a tocar cumplir el pacto que hicimos. Fui a hermosos conciertos, siempre
bien acompañada, desde Zoe, Bunbury, Cuarteto de Nos, pasando por las hermosas
Carla Morrison y Natalia Lafourcade, hasta –por fin– Parlantes y La Derecha.
Además de bonitos toques como el de La Fritanga Sabrosa, Esteban Gira y Alfonso
Espriella. Conocí a Fernando Vallejo y a Darío Jaramillo, y los dos no pudieron
ser más amables y comprensivos con esta pobre groupie. Hablé dos minutos con
Leila Guerriero, firmó mi libro y tengo foto. ¡Diosa! Pude ver la exposición
sobre Caicedo en Bogotá y escribí sobre Caicedo, mon amour. Mejoramigo me
dejó estar de nuevo a su lado, a pesar de fallarle tanto, y como siempre me
regaló palabras e historias justas para quererlo más. Siempre más.
Me faltó más teatro y el ritual de
embriagarme con un trío perfecto en una buena noche. En Santa Fe de Antioquia
pasé la mejor de las noches este año. Solo comparable con una de marzo en que
volví a ser feliz. Conocí a José y me reconocí con Albita. Los primeros tres
meses los lloré todos, después me vino la necesidad de ser feliz y de querer a
los míos. Así lo hice: no me vencí, a la final perdí, pero me combatí. Aunque
haya hecho todo tan mal con el trabajo de grado, me protegí el corazón.
Los dos mejores libros del año, los leí este diciembre. Uno, mi regalo
favorito de navidad, El guardián entre el centeno: te cuidaré,
y vigilaré siempre, aunque no sepas que estoy ahí, porque mi único talento es
saber estar cuando nadie más está. El otro, indiscutible, hermoso, duro: La
senda del perdedor. Soñaba desde hace mucho tener un libro de Bioy
Casares en mi mesa de noche y ya lo conseguí y le debo a un amigo toda esta
felicidad. En 2013 se la pagaré. Comencé las aventuras de Don Quijote de la
Mancha y ha estado de lo más sabroso. Al César lo que es del César, debo
decir.
Para 2013 solo pido tres cosas: pita,
mucha pita para escribir, trabajo –plata, mejor dicho– y que ustedes, todos los
que aquí nombro, me dejen quedar un ratico más a su lado. ¿Les parece?
Feliz
nuevo año para todos. Que el 2013 nos robe el aliento.